La película Machuca es la perfecta postal de una época irrepetible. Es más, es casi un juego de espejos, pues el filme en sí trata a su vez de un período único y definitivo en la historia local. La cinta más popular de Andrés Wood, más aún que la magnífica Violeta que Estás en los Cielos, cuenta la singular amistad que se construye entre niños de diferentes clases sociales durante el período de la Unidad Popular.
Toda la película está teñida de los anhelos y los fracasos de aquella generación, representada por las figuras de los adultos Patricio Infante (Francisco Reyes), de su esposa Maria Luisa (Aline Kuppenheim) y, desde otro lugar, del padre McEnroe (Ernesto Malbrán), rector del colegio que recibe como gesto de integración a Pedro Machuca (Ariel Mateluna). El chico viene del otro lado de la ciudad y es en las alturas acomodadas de su nueva aula escolar donde traba lazos con Gonzalo Infante (Matías Quer), el hijo de una familia dividida por las posturas políticas y unificada por su pertenencia a una misma clase social.
De cierta manera Machuca recuerda a Adiós a los Niños, aquel clásico ochentero de Louis Malle sobre dos muchachos que buscan el camino común en medio del oprobio de la Francia ocupada por los nazis. En ambas películas sabemos que las cosas están forzadas por el destino, la política y las pequeñeces y también admiramos la saludable lozanía de quienes aún no entran a la batalla de los adultos.
Presente en Netflix desde el 1 de mayo, Machuca se encaramó rápidamente a los primeros lugares de visionados, lo que no hace más que corroborar de que se trata de un filme imperecedero y querido por el público. Remite además a una época, la primera década de este siglo, en que la sala de cine seguía siendo el gran espacio de encuentro. Hoy todo eso parece un sueño casi extra-planetario.
Los herederos de Wood
Andrés Wood pertenece a aquella generación intermedia de cineastas que siguió a Miguel Littin (El Chacal de Nahueltoro) y Silvio Caiozzi (Coronación), pero que precedió al llamado Novísimo Cine Chileno, cuyos más destacados exponentes siguen siendo Pablo Larraín (No) y Sebastián Lelio (Una Mujer Fantástica). Generacionalmente el realizador José Luis Torres Leiva también podría situarse en este grupo, aunque su estilo y propuesta siempre han caminado por senderos diferentes e inclasificables.
Su más reciente película es Vendrá la Muerte y Tendrá tus Ojos (2019) y desde el 19 de mayo está en la plataforma Mubi, una de las mejores del cine independiente. El título de la cinta está sacado de un poema del escritor italiano suicida Cesare Pavese (1908-1950) y el filme respira una intensidad que sólo alcanzan los enamorados fatales. Protagonizada por Amparo Noguera y Julieta Figueroa, la historia transcurre sobre todo en el sur de Chile, en la Región de los Ríos, lugar al que se trasladan Ana y María para pasar los que pueden ser sus últimos días juntos. Una enfermedad fatal se cierne sobre el horizonte y este regreso al origen es la prueba del amor entre ambas.
También en el sur se desarrolla Mala Junta (2016), el prometedor debut de Claudia Huaiquimilla, que en agosto del año pasado fue una de las primeras cineastas chilenas en arribar a Amazon Prime Video. Huaiquimilla, que ya filmó su segundo largometraje y está trabajando en una serie sobre el luctuoso caso de Viviana Haeger, presenta acá la historia de Tano (Andrew Bargsted), un muchacho algo desadaptado que se instala con su padre en la zona de la Araucanía. En medio de este mundo muy diferente al asfaltado y rudo paisaje santiaguino, Tano se relaciona con Cheo (Eliseo Fernández), un chico de origen mapuche que sufre bullying en el colegio. Un detalle curioso: en la película participa Ariel Mateluna, 14 años después de ser el protagonista de Machuca.
En otro terreno se mueve Matar a Pinochet (2020), la película de Juan Ignacio Sabatini basada en el libro Los Fusileros de Cristóbal Peña. El filme, que se encuentra disponible en la plataforma gratuita de cine chileno Ondamedia, es protagonizado por Daniela Ramírez en el rol de la comandante Tamara, la conocida integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en la época del atentado a Pinochet en 1986. A modo de un largo flashback se reconstruyen los hechos, siempre desde el punto de vista de Tamara, una mujer de buena cuna y clase alta que en determinado momento sintió que su lugar estaba en el otro lado de la vereda social e ideológica.
