Abr 25, 2023

Día de la propiedad intelectual: Lo que debes saber antes de comprar música para publicidad

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Cuando un compositor (a) crea una obra musical, ésta pasa a formar parte de su propiedad, por ende, aún cuando alguien compre una licencia de sincronización para descargar y ocupar su música en una determinada producción audiovisual, la persona que la adquiere, nunca es dueña de ella, ya que él único propietario es y será siempre el autor, salvo que se genere otro contrato que indique lo contrario.

Esta es una de las máximas de la Ley N° 17.336 de la Propiedad Intelectual de Chile que tiene como propósito proteger los derechos de los creadores de distintas obras, entre ellas, las musicales.

Bajo esta premisa, es que el comprar música para usar en comerciales de TV, campañas de redes sociales, películas, publicidad en distintos medios, no es tan simple para los productores audiovisuales o agencias de publicidad. De hecho, no estar al tanto de la legislación o de la “letra chica” del contrato de licencia que se está comprando, o derechamente ignorar las obligaciones de uso y no uso de la composición que se adquiere, podría ser sinónimo no solo de un gran dolor de cabeza, sino que de una demanda millonaria.

Hasta hace poco, los productores y agencias de publicidad en Chile tan solo tenían la posibilidad de comprar licencias de música de empresas de otros países, en otros idiomas y con una serie de cláusulas que a veces no se entendían bien o no estaban del todo muy claras.

Esta situación vino a cambiar con la creación de Audiolander, la primera y única tienda on-line de venta de licencias de sincronización de música y audio creada en Chile y pensada para producciones audiovisuales, a nivel mundial.

El sistema de licenciamiento en música es complejo y no solo en Chile, sino que en todo el mundo. Es importante leer el contrato, pero en la práctica eso no suele pasar porque los productores cuentan con tiempos muy acotados para encontrar la música ideal, aquella que va a generar resultados efectivos en su spot, publicidad radial, película o campaña. Por ende, lo que sucede es que la persona rápidamente descarga y baja la pista, encontrándose posteriormente con problemas como licencias que solo duran un año, lo que implica que tendrá que volver a pagar si quiere seguir usando esa música o licencias que son limitadas, es decir que no te permiten estar con la música en televisión o en determinados medios”, explica Franco Solari, Fundador de Audiolander.

Entendiendo a cabalidad cómo opera la industria de la música y las licencias de sincronización, es que Audiolander se ha transformado en una solución legal internacional con música de alta calidad para productores y agencias de publicidad en Chile y también en otras partes del mundo, ya que ofrece licencias que pueden ser usados en cualquier país.

Cuando formamos esta empresa nos concentramos en buscar socios de alta complementariedad para poder entregar licencias de sincronización que estuvieran alineadas y operacionales en términos de tecnología, composición musical de calidad y también en cuanto a legalidad”, explica Christian Alvear, Co – founder de Audiolander, que cuenta con desarrolladores de software locales, ingenieros y abogados expertos en propiedad intelectual.

Nosotros le damos al cliente la tranquilidad de que lo que está comprando cuenta con la licencia y está en regla. Por otro lado, ofrecemos música de alta calidad, ya que contamos con un alto estándar de calidad a la hora de seleccionar las pistas que ofrecemos en nuestra tienda online”, explica Christian.

Simplificando la venta de licencias

Actualmente hay más de 400 compositores inscritos en la plataforma para que Audiolander venda por ellos (as) las licencias de sincronización, entendiendo esto como la colocación de la música en una obra que cuenta con unidades de tiempo y en la que, tanto imagen como música, se reproduzcan de manera simultánea, como pasa, por ejemplo, con las obras audiovisuales.

Y, para simplificarle la vida a los productores, Audiolander ofrece 3 tipos licencias de sincronización: Básica, Profesional y Premium, según el uso que se planea darle a la obra.

En Audiolander, todas las licencias son perpetuas. “Pero hay que tener en cuenta que son perpetuas para esa producción u obra, si vas a hacer otro comercial y quieres ocupar la misma música, hay que pagar otra licencia. En esto nosotros somos sumamente transparentes con nuestros clientes. En el caso de los productores chilenos, el que estemos en el país, es una gran ventaja, ya que, si tienen consultas u algún otro tipo de requerimiento muy específico se pueden comunicar con nosotros con facilidad porque hablamos el mismo idioma”, agrega Franco Solari quien, además de ser el fundador de Audiolander, es músico de profesión y con expertise en producciones musicales.

Por otro lado, Audiolander, a diferencia de la competencia internacional, está ordenada por emoción, estados de ánimo y tipos de escena (persecución, romance, suspenso, entre otras), esto, con el fin de hacer muy fácil para el productor encontrar lo que necesita. Además, incluye  secciones especiales como obras de Cinematic y obras recién llegadas.

También es importante destacar que las licencias de sincronización que ofrece Audiolander no son exclusivas. Dicho de manera simple, si un determinado cliente compra una música para su comercial, esta puede ser usada por otro cliente que también la compre. “En Audiolander se puede pedir exclusividad, pero para a pedido, con otro contrato con el compositor”, aclara Franco.

Mediante el contrato de licenciamiento, el compositor autoriza a que una entidad externa comercialice el derecho de su sincronización. Y esto es lo que nosotros hacemos. Pero hay otros tipos de contratos para los compositores como el de excepción de derechos donde el compositor entrega y cede todos los derechos por un x monto y se acuerda que él se desprende de los derechos, es decir, la obra deja de ser de su propiedad”, agrega el especialista.

Por otro lado, hay licencias como las de difusión, que es la que cobra la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD), es decir, aquella que se paga para que la obra musical pueda ser divulgada en lugares públicos, como, por ejemplo, una tienda, supermercado, plaza, etc. En este caso, se cobra por metros cuadrados del local donde será difundida la música.

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