May 26, 2023

Notas para una película

Se estrenó mundialmente el año pasado como filme de clausura en el festival FICValdivia, y luego de un recorrido internacional iniciado en uno de los certámenes de documentales más importantes del mundo, el IDFA de Amsterdam y que continuó entre otros por La Habana, Toulouse, Mar del Plata, Jeonju y próximamente en Guadalajara. También tras su paso en festivales locales -recibió la mención especial del jurado en la competencia de FIDOCS-, ahora llegó a salas independientes del país a través del programa Miradoc “Notas para una película”, la más reciente producción escrita y dirigida por uno de los realizadores más reconocidos del cine chileno, Ignacio Agüero.

Al decir que se trata de uno de los directores de referencia del cine local, hay que aclarar que esto no es a nivel masivo, pues Agüero no es un nombre mediático o tal vez más difundido en los medios como por ejemplo Sebastián Lelio o Pablo Larraín, pero en el ambiente cinéfilo, en los circuitos académicos y de festivales, su filmografía en las últimas cuatro décadas es considerada como una de las más atractivas y consistentes en el ámbito nacional, en particular en el documental, donde títulos suyos como No olvidar, Cien niños esperando un tren o Aquí se construye son verdaderos referentes.

Por lo mismo, siempre hay expectativas en torno a cualquier trabajo suyo, más aún, considerando que en agosto de 2020 su anterior largometraje, Nunca subí el Provincia, también distribuido por Miradoc, no pudo tener estreno comercial en salas debido a las restricciones sanitarias del primer año de pandemia, así que debió pasar al streaming aunque al menos antes había circulado en festivales nacionales e internacionales.

Y qué bueno que “Notas para una película” sí llegó a la pantalla grande, ya que además de que puede ser considerado como uno de los mejores filmes de la carrera de Agüero, es una propuesta que merece ser vista en esas condiciones, especialmente por el notable trabajo en blanco y negro que consigue uno de los más experimentados directores de fotografía del cine nacional, David Bravo, y también por el trabajo sonoro, a cargo de Carlo Sánchez en el sonido directo, Wladimir Xavier y Jean-Guy Veran en el diseño de sonido.

El diario de un ingeniero belga

El punto de partida del largometraje son los textos originales de Diez años en Araucanía 1889-1899, el diario que escribió el joven ingeniero belga Gustave Verniory a partir de sus vivencias durante el tiempo que pasó en el sur chileno, donde llegó en 1889 con sólo 24 años para asumir la misión de diseñar y construir el ferrocarril entre Temuco y Victoria durante la presidencia de José Manuel Balmaceda. Inspirado libremente en lo que escribió Verniory, el filme parte desde sus experiencias personales para ir mucho más allá y extender una mirada sobre una zona que en esos momentos acababa de ser «pacificada», permitiendo la reflexión sobre cómo los cambios que comenzaría a experimentar influirían hasta hoy en el territorio y su gente.

Pero además de lo temático, uno de los aspectos que destacan en esta coproducción chileno-francesa son las decisiones formales que asume Agüero. Apostar por el blanco y negro es quizás lo primero que podría llamar la atención (el color sólo aparecerá de manera puntual e inesperada en un momento), pero el director va mucho más allá, porque en la propuesta visual y argumental de este documental no sólo se cruzan la realidad y la ficción, sino además dialogan el pasado y el presente. En ese sentido, en su vocación híbrida, el film es coherente con lo que el realizador ha estado desarrollando en la última década con proyectos como El otro día y Nunca subí el Provincia, e incluso cuando estuvo frente a la cámara como protagonista en El viento sabe que vuelvo a casa, de José Luis Torres Leiva.

Una propuesta lúdica e incluso ruiziana

Sin embargo, en esta ocasión Agüero opta por decisiones aún más libres e incluso lúdicas. El actor Alexis Maspreuve interpreta a Gustave Verniory en escenas ambientadas en la época en la que estuvo en la Araucanía, pero también en otras escenas interactúa con personas de la actualidad, o aparece vestido como alguien de hoy; y no sólo eso, además el propio cineasta se cruza por la pantalla, interrumpe momentos o su voz se entremezcla con algún diálogo, le habla directamente a la cámara entregando datos y rompiendo la cuarta pared, casi como contando con la complicidad del espectador, y hasta en algunos instantes está acompañado ante las cámaras por parte de su equipo técnico y artístico.

El montaje, a cargo del propio Agüero junto a Claudio Aguilar y Jacques Comets, ayuda a que la propuesta se desarrolle con fluidez y buen ritmo y manejo del tiempo, a lo que también hay que añadir el notable uso de imágenes de archivo, desde fotografías y videos de épocas pretéritas, hasta documentos cinematográficos de otros autores, como la legendaria y fundacional llegada del tren de los hermanos Lumière, o el cortometraje Ahora te vamos a llamar hermano, registro filmado en tierras araucanas durante la Unidad Popular y dirigido por Raúl Ruiz. De hecho, por diversas razones se podría considerar que esta película es la más ruiziana de la filmografía de Agüero, si tomamos en cuenta desde la juguetona propuesta formal hasta su forma de reflejar cómo somos los chilenos, tanto en cosas cotidianas como en las comidas o el uso del lenguaje. Si consideramos que el propio Agüero actuó en producciones dirigidas por Ruiz, la conexión no parece tan antojadiza, y si recordamos cómo en la ya mencionada El viento sabe que vuelvo a casa el director aparecía en pantalla como un cineasta que estaba preparando un rodaje en Chiloé, lo que hizo en ese film de Torres Leiva no estaba tan alejado de a lo que en teoría hace referencia el título de este nuevo largometraje, Notas para una película, como si todas las veces que vemos en pantalla al ingeniero belga y aparece o interrumpe Agüero, fuera todo parte del proceso de preproducción de un film que tal vez se pudiera hacer o no a futuro.

La influencia del progreso y la modernidad

Pero con todo lo interesantes y atractivas que pudieran ser las vivencias de Gustave Verniory, como reflejo de la vida en esos tiempos en esas zonas sureñas, y los contrastes entre un europeo y tanto el mundo silvestre y rural como las costumbres y tradiciones de la gente, por el camino podemos advertir cómo esto es sólo la anécdota que pone en marcha un dispositivo argumental que va mucho más allá. Así como está presente cierto tono de humor que suele aparecer en la filmografía de Agüero, en medio de esta crónica del pasado aparentemente amable y casi bucólica también se pueden encontrar otros elementos que el cineasta ha abordado en diversas ocasiones durante su carrera: el componente social, la reflexión histórica como reflejo de la realidad, de cómo somos, y el implacable avance de la modernidad y cómo ésta influye y transforma a las personas y los territorios. 

El ferrocarril que debía impulsar Verniory implicaba la llegada del progreso en tierras de naturaleza exuberante, pero a la vez esto iba unido a todo lo que había significado la llamada «pacificación de la Araucanía», y además en un agitado periodo que desembocará en la Guerra Civil de 1891. Y Agüero recurre no sólo a los registros escritos del protagonista sino además incorpora testimonios y opiniones de habitantes actuales de la zona, incluyendo un revelador pasaje en el que durante más de 10 minutos un líder local evoca los sucesos que a lo largo del paso del tiempo han derivado en la situación actual.

Además de esos aspectos que permiten diversas reflexiones al tiempo que también se aprecian los detalles en tradiciones y hasta los platos típicos, sin duda resalta la belleza de los paisajes y el uso de valiosas locaciones araucanas, desde estaciones olvidadas o en desuso hasta los campos, caminos y bosques de localidades y comunas como Angol, Lautaro, Victoria, Curacautín o Perquenco, entre otras. La naturaleza adquiere una dimensión distinta y fascinante en el uso del blanco y negro. Por otro lado es curioso que en tan poco tiempo, a otras películas locales de reciente estreno, como “La riqueza del mundo” y “Brujería”, también ambientadas en zonas rurales chilenas durante el siglo XIX, se una ahora esta otra propuesta, que nos demuestra una vez más cómo en este país el pasado está tan conectado con el presente. Notas para una película podrá desconcertar y quizás no sea para todos los gustos ni tenga un alcance tan masivo, pero merece estar considerada no sólo entre lo más destacado que nos ha entregado su director, sino además como uno de los largometrajes más interesantes y valiosos del cine chileno de los últimos años.

  • Título original: Notas para una película
  • Director: Ignacio Agüero
  • País: Chile, Francia
  • Año: 2022
  • Género: Documental
  • Duración: 102 minutos
  • Guión: Ignacio Agüero
  • Producción: Tehani Staiger, Amalric de Pontcharra, Viviana Erpel, Elisa Sepúlveda
  • Fecha de estreno: 25 de mayo, 2023
  • Distribuidora: Miradoc

Joel Poblete Morales

Periodista y crítico de cine, ex presidente del Círculo de Críticos de Arte de Chile. Como miembro de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, FIPRESCI, integró jurados de la crítica en festivales de Alemania, España, Suiza y México. Entre 2007 y este año fue uno de los programadores del festival de cine SANFIC. Periodo 2020 - 2023.

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