Una conversación cotidiana entre un padre y su hija, mientras éste selecciona fotografías para el proyecto documental que está preparando, establece desde el inicio uno de los rasgos más interesantes de “Punto de encuentro”, nuevo documental chileno que acaba de llegar a la cartelera: su capacidad para reflejar el diálogo entre distintas generaciones, a partir de hechos del pasado cuyas cicatrices aún continúan vigentes.
El padre al que vemos conversando en esos primeros minutos es Alfredo García, fotógrafo y realizador que está preparando una película a partir de su propio padre, del mismo nombre, desaparecido desde comienzos de 1975 cuando recién era un treintañero y apenas había podido compartir con su hijo que había nacido hace 18 días. Alfredo padre fue apresado en un «punto de encuentro» y lo último que se supo de él fue durante su estadía en Villa Grimaldi, donde compartió celda con Luis «Lucho» Costa, padre de Paulina Costa, también realizadora y productora y amiga de Alfredo hijo, con quien han estado desarrollando e impulsando este proyecto que parte de su conexión directa y personal con los hechos.
Estrenada mundialmente en Hot Docs, reconocido festival en Canadá especializado en cine documental y premiado en certámenes como SANFIC (en cuya Competencia Internacional recibió el premio a la Mejor Dirección), FicViña y Antofacine, “Punto de encuentro” está dirigida por Roberto Baeza, quien acompaña a Alfredo y Paulina en el intento de reconstruir y recrear momentos clave en los últimos días y semanas de Alfredo padre, a partir de los recuerdos de su pareja y madre de Alfredo hijo, Silvia, y también los de Lucho.
Una perspectiva distinta a través de las recreaciones
Planteada de esa manera, la propuesta podría ser muy similar a otras producciones del cine chileno que han abordado estas temáticas tan complejas y dolorosas, pero lo que la distingue y hace especial es la opción narrativa que eligió su director junto a Alfredo y Paulina: más allá de las fotografías del pasado y algunos testimonios, la recreación de los hechos y situaciones está a cargo de actores, quienes las filmarán frente a quienes las vivieron directamente o estuvieron involucrados, como Silvia, y Lucho y su pareja Ginny, además de los hijos de éstos. En ese sentido, en el largometraje es muy importante la labor interpretativa que desarrollan los actores Félix Villar y Pablo Medina encarnando respectivamente a Alfredo padre y Lucho -junto a Claudia Navarrete y Cecilia Muñoz en los roles de sus parejas-, como queda claro desde el proceso de casting, por ejemplo, cuando se reproduce el momento en que el en ese entonces veinteañero se entera por la radio del triunfo de Allende en 1970.
Este ejercicio y esta manera de indagar en el pasado y los recuerdos le dan una dimensión muy particular a este proyecto. «Quiero recuperar una memoria de mi viejo» dice en un momento Alfredo hijo, y ahí precisamente radica la fuerza sensible de la película, ya que no sólo se revive lo ocurrido frente a quienes lo vivieron, sino además frente a quienes no pudieron estar presentes en esos momentos, pero necesitan de alguna manera conectar de manera más directa con ese pasado cuyas repercusiones nunca se han borrado. A lo largo del proceso y del largometraje, en distintos instantes la emoción aflora en los protagonistas, en los actores y en el propio espectador, y es difícil contener lo que evocan y reviven esas recreaciones; en particular conmueve la manera en que lo asumen Silvia (quien al dolor de no saber hasta hoy el paradero de Alfredo, debió sumar la muerte de su segunda pareja, el recordado periodista José Carrasco Tapia) y Lucho, quien resume esta instancia de manera muy certera, como «un mosaico que se está empezando a armar».
Los ecos del estallido
Efectivamente, el mecanismo narrativo escogido abre distintas vías expresivas, algunas incluso involuntarias, generando más de un cuestionamiento entre los propios involucrados, lo que lo hace aún más interesante como ejercicio. Además, en pleno proceso de desarrollo de la película surgió algo totalmente imprevisto: el estallido social, que es ineludible no sólo por las conexiones con el Chile del pasado y las temáticas que se están abordando en el documental, sino porque además las oficinas de la Academia de Cine La Toma, que servían como una especie de «cuartel general» para el rodaje, están a pocas cuadras de la convulsionada zona 0 donde se realizaban las marchas y enfrentamientos con la policía. Ver nuevamente esas imágenes y oír esos cánticos -como por ejemplo el «Chile despertó»- en el contexto del país actual en este abril de 2023, ofrece resonancias y alcances muy distintos a las de esos momentos, pero de cierta manera, aunque es sólo un breve momento dentro de la película, puede llegar a ser mucho más efectivo que en otros documentales recientes donde el estallido ocupa un espacio más amplio, como El efecto ladrillo o Mi país imaginario. Y ese segmento acentúa aún más la capacidad de evocación y emoción de este documental que así como puede llegar a funcionar como catarsis en sus realizadores y sus familias, además tiene el potencial para calar muy hondo en las audiencias.
- Título original: Punto de encuentro
- Director: Roberto Baeza
- País: Chile
- Año: 2022
- Género: Documental
- Duración: 90 minutos
- Guión: Roberto Baeza, Alfredo García, Paulina Costa
- Música: Ricardo Santander
- Producción: Paulina Costa, Alfredo García
- Fecha de estreno: 20 de abril, 2023
- Distribuidora: Market Chile
