Actualmente disponible en Netflix, este thriller de 2017 destaca tanto por la habilidad actoral de su reparto protagónico, como también por lo profundo y complejo de sus personajes.
A pesar de que tenemos prácticamente un mundo de contenido al alcance de nuestras manos, se hace realmente fácil quejarse de la pobreza de los catálogos de las plataformas de streaming. No obstante, con un poco de búsqueda uno se encuentra con un sinnúmero de grandes cintas como “Thoroughbreds”, una verdad joya oculta de Netflix.
La cinta se centra en dos amigas de la infancia, Lily y Amanda, quienes vuelven a encontrarse años después de haberse visto por última vez. Ahora, Lily es una adolescente refinada de la clase alta educada en un prestigioso colegio; mientras que Amanda ha desarrollado una inteligencia fuera de lo común, pero también ha aceptado sus problemas emocionales. A primera vista, no parecen tener nada en común, aunque las une el desprecio que Lily siente por Mark, su dictatorial padrastro. A medida que su amistad crece, empiezan a aflorar las tendencias más destructivas de ambas y un nuevo objetivo en común, asesinar a Mark.
ACTUACIONES DE PRIMER NIVEL
Como originalmente la idea era convertir este guión de Cory Finley (quien también lo dirigió) en una obra de teatro, esta historia se basa casi completamente en el desarrollo y diálogo de los personajes. Aquí, con excepción de la escena final, no veremos flashbacks ni otras artimañas narrativas usadas comúnmente para atar hilos sueltos o explicar ciertos comportamientos o actitudes.
Es por esto que el trabajo de los intérpretes, especialmente de Olivia Cooke (“Ready Player One”) y Anya Taylor-Joy (“The Queen’s Gambit”) en los papeles de Amanda y Lily respectivamente, resulta esencial para que la película pueda contar su relato de manera eficiente y atrapante. Sin ir más lejos, lo realizado por Cooke, cuyo personaje literalmente tiene una aflicción por la cual no siente emociones (felicidad, rabia, empatía, etc…) es quizás su mejor actuación hasta la fecha, situación muy similar a lo que nos entrega Taylor-Joy.
También hay que hacer mención de lo hecho por Anton Yelchin, en lo que fue una de sus últimas películas, dándole vida a Tim, un criminal de poca monta. A pesar de que su personaje solo aparece en unas cuantas escenas, la actuación de Anton estuvo a la altura de lo que fue su carrera, además que su personaje es un catalizador del desenlace.
UNA MARCHA PAUSADA
El fuerte de este largometraje, como ya especificamos, es sin duda la interacción entre los personajes, cada diálogo entre las protagonistas nos van revelando nueva información acerca de la personalidad de cada una. Y mientras que Amanda, al no contar con emociones, a lo menos no como las conocemos nosotros, tiene una evolución psicológica, donde vemos como su mente trabaja a un nivel más analítico de lo acostumbrado, lo realmente llamativo es como se desarrolla el personaje de Lily y la manera en que muestra sus verdaderas intenciones. Pero claro, como se trata de una cinta donde cada escena es de larga duración y cada conversación, por irrelevante que pueda parecer, nos entrega información que le da sentido al desenlace, el relato no resulta muy aconsejable para los impacientes o quienes buscan emociones fuertes. De hecho, uno podría constatar que por momentos la película se hace un poco lenta, donde el aspecto psicológico se antepone a cualquier evento especifico, pero que para aquellos que tienen suficiente paciencia y están más interesados en una buena historia que en algún giro espectacular, el desenlace vale la espera.
