A todos nos ha pasado alguna vez que no tenemos ganas de hacer algo y, por más que lo intentemos, cuesta. Eso me pasa al escribir esta editorial. Tengo claro sobre lo que quiero decir, pero me niego. Estamos comenzando el 2021 y hay muy poco que celebrar, pero no quiero parecer pesimista.
Después de grandes esfuerzos, decidí hacer una reflexión y tratar de ver el lado lleno del vaso: a pesar del Covid hemos aprendido a valorar lo que tenemos, a la familia, etc. Nos reinventamos y muchos emprendieron nuevos negocios, pero no es lo mismo.
Quienes amamos el cine no nos quedó otra que disfrutar de las distintas plataformas y sus múltiples ofertas: series, mini series, películas y todo lo que se les ocurra. Sin embargo, ¿Es suficiente? ¿De verdad satisface mis necesidades cinéfilas?
Conversando con un conocido, tan fanático como yo, me decía que la gente está saturada de pantalla. De verdad se necesitan vacaciones, aunque no esté de acuerdo con la forma en que se anunció, porque ya no queremos más con la televisión, el cable, Netflix y todas las demás. Hay que aprovechar de salir, de respirar el poco aire limpio que nos queda, disfrutar la naturaleza, sentir ese olorcito a mar…en fin.
Es verdad que la oferta de las plataformas es bastante. De hecho ya tengo una lista de títulos para el verano, pero me detuve a pensar que de verdad necesito descansar de la pantalla. Chao computador, chao tele, chao todos. ¿Serán esas las verdaderas vacaciones? Ya les contaré.
Por lo pronto, cada vez me convenzo más que el cine como tal no tiene para cuando volver. Ya me hice la idea de no ir a una sala durante el primer semestre. Y la duda es ¿Sobrevivirán los complejos o volveremos a esas salas reducidas, especializadas y casi románticas de antaño? No lo sabemos, todo es incierto, incluso si quiero volver a pisar una sala de cine.
