La televisión abierta en Chile es, definitivamente, mala y mediocre. Y no lo digo solo yo, también, es la conclusión de un estudio realizado hace un tiempo por la Universidad de Chile. Los ejemplos para sostener esta afirmación son muchos. Solo en los últimos días hemos asistido a una suerte de “cadena nacional” con el caso de la desaparición del niño Tomás Bravo. Y antes hubo otros hechos similares.
Quiero que quede claro que el problema no es el tema del menor, sino la forma en que la televisión lo aborda: creando especulación donde no la hay, generando conflictos que no eran, provocando un despliegue que, de verdad, me hizo pensar en una república bananera. ¿Cúantos niños se pierden en Chile? De acuerdo a las estadísticas oficiales, en nuestro país existen 16 mil niños y adolescentes extraviados, a razón de mil aproximadamente por año.
Entonces ¿Por qué a ellos no los buscaron igual que a Tomás? Esa es la pregunta que, seguramente se harán los familiares de esos niños y adolescentes perdidos. Pero nuestro tema es el show televisivo que se montó en torno a este pequeño de Lebu. Se entiende que en esta época del año hay pocas noticias, pero dedicar el 60% de la programación en vivo de los canales, en forma estimativa, a este hecho no sé si está bien.
¿NO HAY MÁS NOTICIAS?
El despliegue de recursos, de periodistas etc es ilimitado. Casi no existen más noticias que ésta. Vuelvo a aclarar que la desaparición de un niño es terrible, pero ¿No hay más cosas que informar? ¿Cúanta gente está viviendo situaciones tan terribles como ésta, pero como no tienen acceso a la TV no las sabemos? Acaso la televisión abierta ha tenido el mismo despliegue para cubrir información en La Araucanía, por ejemplo.
Conversando con personas entendidas en la materia, el diagnóstico coincide plenamente con este estudio de la Universidad de Chile que concluyó lo siguiente: «En todos los programas analizados observamos una muy baja diversidad temática, regional, de fuentes y de partidos políticos. Todo esto nos permite sostener que el pluralismo informativo en la televisión se encuentra muy empobrecido y se requieren medidas de diverso tipo para fortalecerlo«.
¿TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS?
Por eso, cuando algunos ejecutivos sostienen que “tenemos lo que nos merecemos” hay que preguntarse que fue primero ¿El huevo o la gallina? O sea, los televidentes tienen que aguantarse las mismas repeticiones de siempre del Festival de Viña, de las teleseries e incluso de programas como “La divina comida” porque es lo que se merecen o porque no tienen más opción.
