En 2010, con apenas 23 años, el italiano Ferdinando Cito Filomarino debutó como cineasta con su cortometraje “Diarchia”, estrenado mundialmente en el Festival de Locarno, con la participación de un trío de jóvenes y ya reconocidos actores europeos (el francés Louis Garrel y los italianos Riccardo Scamarcio y Alba Rohrwacher). 11 años después, en ese mismo certamen suizo y ni más ni menos que como película inaugural, debutó mundialmente a comienzos de este mes su segundo largometraje -luego de “Antonia”, de 2015 e inédita por estos lados-, que ya está disponible en Netflix: “Beckett”.
Como a veces ocurre en el mundo del cine, había expectativas por este nuevo filme, pero no tanto por su director, sino por quien para muchos es uno de los realizadores italianos más interesantes de los últimos años a nivel internacional que en esta ocasión es el productor: Luca Guadagnino. Además de haber sido la pareja de Cito Filomarino durante más de una década, contó con su colaboración en algunos de sus títulos más comentados, tanto como asistente de dirección en “Io sono l’amore” o como director de segunda unidad en “A Bigger Splash”, “Call me by your Name” y “Suspiria”. Guadagnino también fue productor en otros trabajos anteriores del cineasta, incluyendo “Diarchia” y “Antonia”.
Tal vez por eso mismo, al contar con Guadagnino respaldando esta producción, la crítica ha sido en general tibia e incluso negativa con Beckett, que transcurre en la Grecia de 2010, nación que en las últimas semanas ha aparecido frecuentemente en los noticiarios por los devastadores incendios, pero que en ese entonces vivía intensos momentos por la crisis económica y sus coletazos políticos. Es ahí donde están de vacaciones el protagonista homónimo y su novia, dos turistas estadounidenses que al inicio se encuentran en la bucólica zona donde se ubicaba el mítico oráculo de Delfos. Pero en menos de 15 minutos de película todo se complica abruptamente, y Beckett se convierte en un fugitivo, perseguido sin mayores razones mientras intenta llegar a Atenas para solicitar ayuda en la embajada de su país y quien deberá escapar a como dé lugar de los violentos individuos que emprenden una verdadera cacería humana.
Una trama hitchcockiana
Ya con saber el argumento nos podemos imaginar que estamos en terrenos hitchcockianos, con el clásico motivo del hombre común e inocente que por casualidad se ve envuelto en una intriga que cada vez se hace más compleja; y efectivamente al ver Beckett es inevitable no pensar en títulos emblemáticos del autor británico, como “El hombre que sabía demasiado” o “Intriga internacional”. Así también lo ha resaltado la crítica internacional, señalando además parecidos con otros títulos, como dos de los más recordados de la filmografía de Harrison Ford: “Búsqueda frenética” -cuyos guiños al cine de Hitchcock eran evidentes- y, cómo no, “El fugitivo”.
Acá el protagonista no es alguien que nos evoque ni a Ford ni a James Stewart o Cary Grant. Aunque en 2018 realizó una excelente y divertida interpretación en su primer gran rol protagónico, en “El infiltrado del KkKlan” de Spike Lee, el estadounidense John David Washington personalmente no me termina de convencer o entusiasmar con sus dotes actorales, pese a que últimamente lo vemos cada vez más a menudo en la pantalla: a lo largo de este último año, lo tuvimos protagonizando “Tenet” y “Malcolm & Marie”, o en un rol secundario en “Monster”. En todos estos casos me ha parecido bastante plano y sin mayores matices o carisma, lo que se repite ahora en Beckett donde además es casi omnipresente, ya que está en pantalla casi todo el tiempo y el espectador debe verlo escapar durante casi toda la película, corriendo constantes riesgos físicos. Tampoco le hace mucho favor al actor que la prensa siempre lo esté mencionando como «el hijo de Denzel Washington».
Todo en función de la persecución
De todos modos, el protagonista no es el responsable de que este largometraje no llegue demasiado lejos, ni aproveche por completo el innegable potencial que podía tener. Washington está al menos correcto encabezando un elenco que también incluye brevemente a Alicia Vikander y nos permite volver a ver a Vicky Krieps, tan sólida en “El hilo fantasma”, de Paul Thomas Anderson y aquí bastante desaprovechada. Es que el guion de Kevin A. Rice, a partir de una idea original del propio Ferdinando Cito Filomarino, no desarrolla mayormente a sus personajes, a quienes apenas llegamos a conocer, porque todo parece en función de la persecución, incluyendo algunas situaciones y momentos francamente inverosímiles y un contexto político y de intriga que se hace confuso y nunca tiene el suficiente vuelo.
Tampoco se saca todo el partido a algunos prestigiosos nombres que aportan en áreas artísticas, como la banda sonora del maestro japonés Ryuichi Sakamoto, cuyas partituras han sido memorables en títulos de cineastas como Bertolucci, Oshima. Almodóvar, De Palma y González Iñárritu. Al menos sí destaca la fotografía del tailandés Sayombhu Mukdeeprom, habitual en el cine de Apichatpong Weerasethakul y quien ya ha trabajado previamente con Cito Filomarino, y con Guadagnino desde “Call me by your Name”.
En conclusión, si no nos ponemos demasiado exigentes el cineasta italiano igual consigue un producto efectivo, aunque irregular. Hay instantes de tensión bien conseguidos y la violencia y amenaza que se ciernen sobre Beckett se transmiten en ciertos instantes contribuyendo al suspenso, mientras se aprovechan bien algunas atractivas locaciones griegas, si bien se nota la intención de no mostrar el costado más turístico, idílico y cliché de ese país.
Título Original: Beckett
Director: Ferdinando Cito Filomarino
País: Italia, Greci, Brasil
Año: 2021
Género: Acción, thriller, drama
Duración: 110 minutos
Con: John David Washington, Vicky Krieps, Boyd Holbrook, Alicia Vikander, Yorgo Pirpassopoulos, Lena Kitsopoulou, Andreas Marianos
Guión: Kevin A. Rice
Música: Ryuichi Sakamoto
Producción: Luca Guadagnino, Francesco Melzi d’Eril, Marco Morabito, Gabriele Moratti, Rodrigo Teixeira
Fecha De Estreno: 13 de agosto de 2021
Plataforma: Netflix
