Que la preventa de entradas para Avatar: Fuego y Cenizas ya esté activa es la señal inequívoca de que la nueva etapa de Pandora está a punto de explotar en la pantalla grande. James Cameron define esta entrega como “emocionalmente profunda y sumamente épica”. Y con ese aval los fans tendrán la posibilidad de reservar su asiento para vivir la película desde el 18 de diciembre. En formatos diseñados para maximizar la inmersión: IMAX 3D, Dolby Cinema 3D, RealD 3D, Cinemark XD, 4DX, ScreenX y otras pantallas premium.
Detrás de la grandilocuencia visual, la saga mantiene su sello distintivo: una mezcla de tecnología punta y personajes con corazón. El equipo creativo que firma la película vuelve a estar liderado por Cameron en el guión, junto a Rick Jaffa y Amanda Silver. Y la dupla Cameron–Jon Landau figura otra vez en la producción. Sin embargo, la tercera entrega llega marcada por una pérdida profunda: Jon Landau, compañero de casi 30 años en estas películas, falleció el año pasado. Su ausencia es sentida, y desde la producción reconocen su capacidad para resolver problemas complejos y su pasión por los grandes desafíos. El legado de Landau perdura en manos de quienes lo acompañaron, y también en la figura de Jamie Landau, su hijo, que se incorporó como coproductor y supervisa el set de cámara virtual mientras deja una huella personal tras pasar por la captura de actuación.
Esa captura de actuación
La técnica que transformó la forma de contar estas historias— vuelve a evolucionar en Fuego y Cenizas. El proceso consiste en registrar cada matiz de la interpretación de los actores dentro de un “volumen”. Con marcadores corporales y cámaras de alta definición en arneses frontales; luego, esa actuación completa se traslada al mundo digital. Gracias a herramientas de última generación, la película logra que los personajes digitales conserven la intensidad emocional y la corporalidad real de quien los interpreta, lo que alimenta la inmersión del espectador.
En esta entrega Pandora se amplía: aparecen nuevas comunidades como el clan Mangkwan, el llamado Pueblo de las Cenizas, y se exploran rincones del planeta que hasta ahora no habíamos visto. Esa expansión requiere tanto imaginación como un pulido técnico impecable, tarea en la que juega un rol central el estudio Wētā en Wellington, Nueva Zelanda. Más de 1.500 personas trabajaron en el país —muchas en Stone Street Studios— aportando talento creativo y técnico que, según la producción, se traduce directamente en la riqueza visual de la película.
Si eres de los que disfrutan la sala, la banda sonora, los detalles visuales y la potencia emocional de una superproducción. Ahora es el momento: la preventa está abierta y la cita es el 18 de diciembre para ver Avatar: Fuego y Cenizas como fue concebida —en el cine, a lo grande.
