Oct 27, 2025

Muere Björn Andrésen, el joven Tadzio de Muerte en Venecia

El actor y músico sueco Björn Andrésen —conocido mundialmente como Tadzio y apodado “el chico más bello del mundo”— falleció a los 70 años. Su carrera, marcada por un debut fulgurante a los 15 junto a Luchino Visconti, quedó marcada por la fama temprana, la explotación y las heridas personales, cuestiones que exploró el documental El chico más bello del mundo (2021).

Björn Andrésen, el rostro que Luchino Visconti eligió para encarnar a Tadzio en Muerte en Venecia, ha muerto a los 70 años. La noticia fue anunciada en el diario sueco Dagens Nyheter por Kristian Petri, codirector del documental El chico más bello del mundo (2021), que reconstruye cómo aquel estreno en Cannes transformó la vida de un adolescente en una fama difícil de soportar. No se ha hecho pública la causa de su muerte.

Andrésen tenía solo 15 años cuando Visconti lo escogió tras una larga búsqueda por Europa de “el Tadzio perfecto”: un muchacho rubio, de belleza casi escultórica, con los ojos “color del agua” del libro de Thomas Mann. Visconti lo vio en una prueba en Estocolmo y, según cuenta la historia, no dudó: “No tuve dudas de que era él”. Fue allí mismo donde, en una decisión que años después Andrésen recordaría con amargura, el director le pidió que se desnudara ante la cámara; imágenes de aquel momento aparecen en el propio material de Visconti y en el documental posterior.

El chico más bello del mundo

El apodo de “el chico más bello del mundo” se acuñó en aquel estreno en Cannes y se le quedó pegado como una etiqueta que le acompañó y, a la vez, lo consumió. Andrésen relató en diversas ocasiones experiencias que lo dejaron marcado: contó que Visconti lo llevó, con un grupo de adultos, a un club nocturno gay cuando tenía 16 años y que aquello le hizo sentir “muy incómodo”, como “un apetitoso plato de carne”. A menudo describió aquella etapa como explotación y como el inicio de una fama que lo despojó de la normalidad.

La vida de Andrésen tuvo episodios dolorosos previos y posteriores a su súbito salto al cine: perdió a su padre y, con apenas diez años, sufrió el suicidio de su madre. Criado por una abuela empeñada en convertirlo en estrella, el joven terminó apartándose de su gran pasión, la música. Tras Muerte en Venecia fue llevado a Japón, grabó canciones pop, apareció en anuncios y, según contó, le administraron drogas para que mantuviera el ritmo de promoción. Con el tiempo, intentó volver a la música y también continuó actuando: acumuló más de 30 apariciones en cine y televisión, sobre todo en Suecia.

La etiqueta de “objeto” le pesó durante toda su carrera

“Me sentí como un animal exótico en una jaula”, dijo en una entrevista, y en el documental Kristina Lindström y Kristian Petri examinan ese desgaste humano. Tras años de altibajos personales y profesionales —incluido un periodo de depresión y alcoholismo— Andrésen buscó cierto anonimato en Copenhague; también protagonizó momentos públicos de retorno creativo, como un pequeño papel en Midsommar, donde celebró poder morir en pantalla en una película de terror, según dijo con una mezcla de ironía y alivio.

Tuvo dos hijos con su exesposa, la poetisa Susanna Roman; su hijo Elvin murió de síndrome de muerte súbita del lactante a los nueve meses, un episodio que marcó otro tramo de profundo dolor en su vida. Cuando los cineastas Lindström y Petri quisieron filmarlo para su documental, tardaron cinco años en convencerlo: querían “una película con él, no sobre él”, y Andrésen aceptó finalmente, mostrando a un hombre cuya historia era a la vez una fábula sobre la belleza y una advertencia sobre los costes de la fama temprana.

Björn Andrésen deja una huella compleja: un rostro icónico del cine, una voz musical y una vida que ilustró con crudeza cómo una fama infantil puede convertirse en una carga irreversible. Su historia seguirá viva en la pantalla y en el documental que ayudó a contarla. Descanse en paz.

Valeria Acevedo

Fanática de los musicales, el sci-fi de los 80 y los romances imposibles de las series coreanas. Siempre lloró viendo películas y series. Escribo porque aún no me dan el papel principal en una película de Greta Gerwig.

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