La indagación en las propias historias personales y familiares es una de las tendencias más reconocibles en el documental contemporáneo y, si ya es muy habitual encontrar ejemplos entre jóvenes cineastas en sus primeras incursiones fílmicas, también se da a menudo entre directores ya consagrados, como sucede con Marx puede esperar, el más reciente exponente en este género del veterano realizador italiano Marco Bellocchio, que ahora se puede ver en la plataforma MUBI.
Se estrenó mundialmente hace dos años fuera de competencia en la sección especial Cannes Premiere, en la 74a edición del certamen francés, ocasión en la que además aprovecharon de entregarle una Palma de Oro Honoraria por el conjunto de su carrera. Pero como el incansable cineasta -próximo a cumplir 84 años y con una carrera que abarca más de seis décadas- ya es visita habitual y frecuente en el festival, esa no fue su última vez en la Croisette, y ya ha regresado en las siguientes dos versiones, ahora con ficciones, aunque siempre basadas en historias reales: el año pasado con la premiere de la serie Exterior noche, y hace pocos días, de retorno en la competencia oficial con Rapito.
La experiencia familiar como punto de partida
Es que la realidad siempre ha sido fuente creativa para Bellocchio y en “Marx puede esperar” esto queda de manifiesto por partida doble: primero, porque se trata de una indagación en su propia historia familiar, pero también porque durante el largometraje irán apareciendo escenas o momentos de algunas de sus cintas más emblemáticas, entre ellas su ópera prima de 1965 “Las manos en los bolsillos” y también “Salto al vacío” (1980) o “Los ojos, la boca” (1982). Y el mostrar sus propias películas no es por un simple ejercicio de ego del autor, sino como demostración de cómo algunas de éstas estaban más íntimamente ligadas con su propia vida de lo que se había dado cuenta el público.
Y la trama familiar que va explorando Bellocchio tiene como punto de partida la muerte de su hermano gemelo Camillo, en 1968 y cuando apenas tenía 29 años, justo cuando el realizador estaba dando que hablar en el circuito cinéfilo y de festivales con sus primeras cintas. Medio siglo después, aduciendo que por la avanzada edad de él y sus hermanas y hermanos esta puede ser la última oportunidad para abordar y recordar de manera directa y personal este hecho que los marcó como familia, el cineasta despliega una serie de conversaciones no sólo con los propios integrantes de la familia Bellocchio, sino además de otras personas que llegaron a conocer a su hermano, como la hermana de quien fuera su novia. Y entremedio de esto, desfilan imágenes de archivo que incluyen fotos y videos de tiempos antiguos, registros familiares y las ya mencionadas escenas de sus películas que funcionan como eco o reflejo de algunas de las conclusiones o situaciones de las que están hablando durante el documental.
Terapia documental
Con ese esquema, claramente “Marx puede esperar” -frase que según se cuenta en un momento fue algo que Camillo le dijo al propio Marco Bellocchio en una de sus últimas conversaciones- no es un documental rupturista, sino por el contrario es una propuesta muy tradicional y que sigue pautas habituales en producciones como esta. Pero no por ello es un ejercicio monótono, convencional y prescindible; porque su exploración en los dolores y cicatrices del pasado que no terminan de sanar, así como la evocación de un ser querido y de paso una mirada a la sociedad de hace más de 20 años, conforman tanto un conmovedor y necesario ejercicio de memoria, como también una verdadera suerte de terapia pública del cineasta italiano, cuyo sentimiento de culpa podemos llegar a intuir, aunque él nunca lo indique de manera explícita.
No será ni la primera ni la última vez que un documental aborda una historia como esta, pero al tratarse en este caso de un director reconocido y ya octogenario, la catarsis interna que él y su familia podrían alcanzar a través de la película, le da un matiz diferente, provoca ecos distintos en medio de una sensación de dolor silencioso y melancolía que se sienten reales y sinceros, y en los que a la vez quizás los espectadores también reconozcan aspectos de sus propias familias. También es necesario destacar como aporte a ese tono de serena tristeza, la sensibilidad y sutileza de las melodías utilizadas en la banda sonora, escritas por Ezio Bosso, compositor fallecido un año antes del estreno del filme, con sólo 48 años.
Otro aspecto que ayuda a destacar este filme es que al desplegar imágenes de distintos trabajos anteriores de la filmografía de Bellocchio, puede interesar y atraer a audiencias de las nuevas generaciones que quizás no están tan familiarizadas con la trayectoria de un cineasta que no se ha prodigado a menudo en la cartelera por estos lados. Al menos en los últimos años, a partir de 2010 con la intensa y operática Vincere, han aparecido un poco más a menudo, aunque sea tardíamente y en el llamado circuito de cine arte, algunos de sus títulos, como Sangre de mi sangre y Felices sueños.
- Título original: Marx può aspettare
- Director: Marco Bellocchio
- País: Italia
- Año: 2021
- Género: Documental
- Duración: 96 minutos
- Guión: Marco Bellocchio
- Música: Ezio Bosso
- Producción: Beppe Caschetto, Simone Gattoni
- Fecha de estreno: 24 de mayo, 2023
- Plataforma: MUBI
