Hay series que llegan sin hacer ruido y, cuando te das cuenta, ya se quedaron contigo. Porque esta es mi primera vida es exactamente eso: un drama que no necesita grandes giros ni villanos exagerados para conmover, porque su fuerza está en lo cotidiano. En las conversaciones incómodas, en las decisiones difíciles, en las renuncias silenciosas y en esas preguntas que todos nos hacemos alguna vez: ¿casarse es realmente necesario?, ¿qué significa amar en la adultez?, ¿cuánto estamos dispuestos a ceder para no quedarnos solos?
Estrenada en 2017 por tvN y disponible en Netflix hasta el 30 de diciembre, esta serie de 16 episodios (en idioma original con subtítulos en español) sigue vigente no solo por su historia, sino porque lo que plantea sigue siendo profundamente actual. Y sí, lo digo desde la experiencia personal: me gustó muchísimo, y volver a ver a Jung So-min —a quien sigo desde Alquimia de Almas— fue una de las razones que hicieron que este reencuentro fuera todavía más especial.
¿De qué trata?
La premisa parece simple y muy conocida para los fans del género: convivencia forzada, contrato de matrimonio y dos personas que, en teoría, no creen en el amor romántico. Nam Se-hee (Lee Min-ki) es un hombre de 38 años, introvertido, metódico y con una sola obsesión: pagar la hipoteca de su casa. No quiere casarse, no quiere relaciones complicadas y vive acompañado únicamente por su gato. Yoon Ji-ho (Jung So-min), en cambio, es una mujer de 30 años, guionista frustrada, sin casa propia y con una vida profesional estancada, que debe abandonar el hogar familiar tras el matrimonio de su hermano. El destino —y la necesidad— los lleva a compartir techo bajo reglas estrictas, prácticas y, sobre todo, emocionales… aunque ellos insistan en negarlo.
Lo interesante es que Porque esta es mi primera vida no usa el matrimonio contractual como un simple truco narrativo. Lo convierte en una excusa para hablar de temas incómodos: la presión social por casarse, la precariedad laboral, la desigualdad de género, el miedo a fracasar y el desgaste emocional que implica crecer. Aquí el amor no aparece como una solución mágica, sino como un proceso lento, lleno de dudas y silencios incómodos. Un slow burn que funciona porque está sostenido por personajes bien escritos y profundamente humanos.
Los Actores
Jung So-min está extraordinaria como Ji-ho. Su personaje es sensible, inteligente y reflexivo, alguien que observa más de lo que habla y que carga con una historia familiar marcada por el sacrificio femenino y la resignación. Hay algo muy honesto en su forma de amar y de cuestionar el matrimonio, porque no lo rechaza desde el cinismo, sino desde el miedo a repetir patrones que ha visto toda su vida. Verla crecer, equivocarse y tomar decisiones difíciles es uno de los grandes placeres de la serie. Y sí, para quienes la conocimos en otros registros, acá confirma por qué es una de las actrices más interesantes del drama coreano.
Lee Min-ki, por su parte, compone a un Nam Se-hee que podría parecer frío o distante, pero que en realidad es profundamente ético. Su obsesión por la igualdad, la justicia y el reparto justo de responsabilidades es una respuesta directa a un sistema que normaliza que las mujeres carguen con más peso emocional y doméstico. Él no es un romántico tradicional, pero su forma de amar es responsable, cuidadosa y, en muchos sentidos, revolucionaria. Su química con Jung So-min no es explosiva, sino íntima, silenciosa y muy creíble.
Los Secundarios que marcan
Uno de los mayores aciertos de la serie está en sus personajes secundarios. Las amigas de Ji-ho —Woo Su-ji (Esom) y Yang Ho-rang (Kim Ga-eun)— representan dos miradas opuestas sobre el amor y el matrimonio. Su-ji es una mujer ambiciosa, atrapada en un entorno laboral machista, que paga un precio alto por sobrevivir en un mundo corporativo hostil. Ho-rang, en cambio, sueña con casarse y formar una familia, pero su relación de años con Sim Won-seok (Kim Min-seok) demuestra que amar no siempre significa avanzar al mismo ritmo. Estas historias paralelas no son relleno: complementan y enriquecen el discurso central de la serie.
La gran pregunta que atraviesa Porque esta es mi primera vida es qué significa realmente el matrimonio hoy. ¿Es un acto de amor, una necesidad social, un contrato emocional o una forma de supervivencia? La serie no entrega respuestas cerradas, pero sí propone algo muy claro: cada relación debe construirse según los valores y acuerdos de quienes la viven, no según lo que dicta la tradición. Y eso, dentro del contexto del k-drama, sigue siendo notablemente valiente.
Nada innecesario
Visualmente sobria, con una banda sonora delicada y memorable (la tengo en Spotify), la serie apuesta por el detalle: desayunos compartidos, conversaciones nocturnas, silencios que dicen más que los diálogos. No hay episodios de relleno, no hay triángulos amorosos innecesarios y no hay villanos caricaturescos. Todo está al servicio del crecimiento de los personajes.
Que Porque esta es mi primera vida se vaya de Netflix el 30 de diciembre duele un poco, porque no es solo una serie para ver una vez. Es de esas historias que se resignifican con el tiempo, que se entienden mejor a los 30 que a los 20, y que probablemente se sientan todavía más cercanas a los 40. Es una comedia romántica con drama, sí, pero sobre todo es una serie sobre la vida real, esa que nadie nos enseñó a vivir… porque, al final, esta también es nuestra primera vida.
Si aún no la has visto —o si llevas tiempo pensando en volver a ella— este es el momento. No porque se vaya del catálogo, sino porque pocas series entienden tan bien lo que significa crecer, amar y equivocarse sin un manual de instrucciones.
- Título Original: 이번 생은 처음이라
- Director: Park Joon Hwa
- País: Corea del Sur
- Año: 2017
- Género: Drama, Comedia, Romance
- Duración: 1 hora aproximadamente
- Episodios: 16 capítulos
- Con: Jung So Min, Lee Min Ki, Esom, Park Byung Eun, Kim Ga Eun, Kim Min Suk, Kim Byung Ok, Kim Sun Young, Roh Jong Hyun, Jun Hye Won
- Guión: Yoon Nan Joong
- Producción: Young Ok Lee, Seul Gi Park
- Web: Ver Acá
- Plataforma: Netflix
