Luego de sus inicios como actor, el francés Martin Provost ha desarrollado una exitosa trayectoria como guionista y cineasta durante el último cuarto de siglo, con siete largometrajes a la fecha, cuatro de los cuales han tenido estreno comercial por estos lados: “Séraphine” (ganadora de siete premios César incluyendo mejor película) en 2010; “Violette” en 2015; “El reencuentro” en 2017; y ahora su más reciente trabajo: “Cómo ser una buena esposa” que tras un debut en la cartelera gala y que se vio afectado por el inicio de la pandemia, en su reestreno se convirtió en uno de los mayores sucesos de taquilla el año pasado cuando los cines de Francia pudieron reabrir.
En los largometrajes de Provost que hemos podido ver es clave la mirada al universo femenino: pueden ser los personajes que encarnaban Catherine Frot y Catherine Deneuve en “El reencuentro” o figuras históricas reales, como la pintora Séraphine Louis y la escritora e icono feminista Violette Leduc y sus atormentados e intensos procesos internos, en las cintas a las que daban nombre. En lo formal también destacan habitualmente su cuidada y exquisita visualidad, y las buenas actuaciones que logra extraer de sus elencos, aunque a la vez no siempre profundiza por completo en las realidades y temáticas que aborda. Si bien es interesante que vuelva en distintas ocasiones a explorar tópicos como el feminismo, la sexualidad y sensibilidad femenina.
Mucho de eso vuelve a estar presente en “Cómo ser una buena esposa”, partiendo por su argumento: ambientada en 1967 en una bucólica zona en la región de Alsacia, se centra en el Instituto de Buenos Modales Van Der Beck, dirigido por Robert Van Der Beck y su esposa Paulette, quienes junto a la hermana de éste y una ex monja se dedican a instruir a jóvenes estudiantes para que cumplan con lo que la sociedad espera de una dueña de casa. Puede parecer excéntrico, pero tal como se lee al inicio del filme, en esos años había más de 1.000 institutos similares a lo largo de Francia.
El orden y la armonía en riesgo
Entre lecciones de cocina, labores de casa y detalles como saber preparar el ajuar y aprender a servir el té, donde la máxima aspiración académica de la institución es llegar a participar en la Feria de Economía Doméstica que se realizará al año siguiente en París, todo lo que se enseña a las muchachas tiene como base los 7 pilares para satisfacer a sus futuros maridos que les enseña como un mantra Paulette; quien empezó como secretaria en el instituto y lleva ahora 24 años casada con Van Der Beck. Ella siempre está pendiente de la moral y las buenas costumbres, conformando un divertido triunvirato junto a su ingenua y por momentos casi infantil cuñada y la estricta y enérgica ex religiosa, quien es literalmente de armas tomar.
Pero la armonía en que han trabajado durante años está a punto de enfrentar obstáculos: entre otras cosas, hay 15 alumnas menos, un terrible contratiempo obligará a la protagonista a asumir la dirección y darse cuenta que están al borde de la quiebra y por si fuera poco, el mundo exterior está cambiando a pasos agigantados, ya que se oye de huelgas en aumento a lo largo del país, el movimiento feminista está tomando cada vez más fuerza y se avecina el mayo del ’68 que se convertiría en un hito en la sociedad gala. Y es inevitable que la inquietud del ambiente también se vaya extendiendo a las estudiantes, quienes encarnan diversos arquetipos -desde la infaltable rebelde a la que va a ser obligada a casarse con un hombre mayor que no ama- y como queda claro en sus conversaciones, algunas de ellas no saben qué es una feminista, dónde está el clítoris ni en qué consiste la masturbación…
Un tono entre la sátira y lo farsesco
Una historia como esta, aunque transcurre hace más de medio siglo, tiene un gran potencial para conectar con las audiencias actuales, porque las temáticas femeninas que aborda son de discusión permanente en la sociedad de hoy, como se ve en redes sociales y en las más diversas manifestaciones artísticas y culturales. Sin embargo, Provost se queda en la superficie y por mucho que se pueda entender que opta por un tono que a menudo va más allá de la sátira y se vuelve farsesco, de todos modos los clichés y caricaturas de sus personajes y situaciones pudieron ser aún más matizados y sutiles. Hasta la siempre espléndida Juliette Binoche está más desbordada y exagerada que de costumbre, aunque en general el reparto mayormente femenino es bastante solvente, incluyendo a las experimentadas Yolande Moreau (memorable protagonista en la “Seraphine” de este mismo cineasta, por la cual en 2009 ganó el César a la Mejor Actriz) y Noémie Lvovsky, en dos roles también casi caricaturescos, pero que saben dotar de humanidad y humor. Es importante este despliegue interpretativo, porque ayudará a generar la complicidad con el espectador, que será fundamental especialmente en un final inesperado y que no convence a todo el mundo por igual.
A pesar de esos reparos y que definitivamente pudo ser mucho mejor, “Cómo ser una buena esposa” se las arregla para entretener. Es ágil y dinámica, tiene buen manejo del ritmo y es visualmente muy atractiva: no sólo por las hermosas locaciones alsacianas, sino además por la estupenda ambientación de época del equipo encabezado por el diseñador de producción Thierry François, muy bien aprovechada por la fotografía de Guillaume Schiffman, nominado al Oscar por “El artista”. A esto se puede sumar la bonita música incidental de Grégoire Hetzel, que deambula entre tonos impresionistas y momentos que recuerdan a Philip Glass, en una banda sonora que también incluye pegajosos clásicos de Salvatore Adamo y Joe Dassin.
Nominada a cinco premios César incluyendo a Moreau y Lvovsky por sus actuaciones secundarias y el diseño de producción del ya mencionado Thierry François, en la ceremonia de marzo pasado ganó, y muy merecidamente, el de Mejor Vestuario por el bello y colorido trabajo de la diseñadora Madeline Fontaine, quien recibió su tercera estatuilla en estos trofeos a lo mejor del cine francés, además de destacar en su carrera por sus diseños en títulos como “Amelie”, en 2017 fue nominada al Oscar por su destacada labor en “Jackie”, dirigida por el chileno Pablo Larraín.
Título Original: La bonne épouse
Director: Martin Provost
País: Francia, Bélgica
Año: 2020
Género: Comedia, drama
Duración: 109 minutos
Guión: Martin Provost, Séverine Werba
Con: Juliette Binoche, Yolande Moreau, Noémie Lvovsky, Edouard Baer, François Berléand, Marie Zabukovec, Lily Taieb, Anamaria Vartolomei, Pauline Briand, Armelle
Música: Grégoire Hetzel
Producción: Serge Hayat, François Kraus, Denis Pineau-Valencienne
Fecha de Estreno: 30 de septiembre
Distribuidora: Cinetopia
En salas de Cinemark, Cinépolis, Cineplanet y Cine El Biógrafo.