Hace unas semanas y con la reapertura de las salas de cine al fin se pudo ver en pantalla grande la gran ganadora en los Oscar de este año:” Nomadland” y ahora llegó otro título que figuró entre los más elogiados y premiados del 2020, y que también obtuvo estatuillas de la Academia: tres meses después de las funciones online con las que a fines de abril se pre estrenó en Chile los días previos y posteriores a la ceremonia del Oscar, debuta al fin en la cartelera local “El padre”.
Como ya comentábamos semanas atrás por el tardío estreno de “Nomadland”, al preguntarnos si tenía sentido ir a ver ahora en cines una película que bastante gente ya vio a estas alturas en sus hogares -ya sea por vías no oficiales o en el pre estreno online-, personalmente creo que sí. Ello, tanto por la alabada e indiscutible calidad del film, como porque una producción como esta destaca entre tanta secuela y blockbuster de la cartelera actual, ofreciendo una historia que como escribimos de Nomadland, es íntima y a escala humana, que apela a un público más adulto y maduro, ese mismo al que a menudo le cuesta encontrar algo que lo identifique o motive, más aún en medio de las superproducciones y surtido de efectos especiales que abundan en esta reapertura pandémica.
Desde su estreno mundial en el Festival de Sundance, a principios del 2020 y poco antes de que la pandemia cambiara totalmente las vidas de todo el mundo, esta coproducción británico-francesa ha cautivado a las más diversas audiencias y no dejó de cosechar premios, entre ellos un Goya y dos BAFTA y culminando en los Oscar, con sus seis nominaciones incluyendo Mejor Película, de las cuales obtuvo dos: Mejor Actor para Anthony Hopkins y Mejor Guion Adaptado para Florian Zeller y el veterano Christopher Hampton, ambos adaptando la obra original del primero.
De autor a cineasta
La película es una estremecedora mirada a un padre que intenta continuar con su vida a pesar de las crecientes complicaciones de la demencia senil, que se niega a asumir, mientras su hija trata de apoyarlo lo más posible. Lo más inmediato es la formidable actuación de Hopkins -muy bien acompañado por una excelente Olivia Colman- que eleva este film a niveles mayores, es justamente Zeller, de 42 años recientemente cumplidos, quien se convierte en una verdadera revelación.
El término «revelación» se aplica a lo fílmico, porque como autor el escritor francés ya cuenta con una sólida trayectoria de casi 20 años como novelista y dramaturgo y, en especial, ha destacado en la última década. Estrenada originalmente en 2012 y representada en más de 45 países -incluyendo Chile, donde se dio en el Teatro UC en 2017, dirigida por Marcelo Alonso y protagonizada por dos reconocidos actores que en la vida real también son padre e hija, Héctor y Amparo Noguera-, “El padre” es su pieza teatral más exitosa, y ya había inspirado en 2015 otro filme, que nunca se estrenó por estos lados: Floride, de Philippe Le Guay.
Los acercamientos previos de Zeller al cine habían sido sólo desde la escritura de guiones en tres largometrajes, uno de ellos adaptando una de sus propias obras: No molestar (2014), dirigida por el veterano Patrice Leconte y que se estrenó en cines chilenos en marzo de 2016. Pero en “El padre” además dirige, y teniendo en cuenta que es su debut como cineasta, el resultado es de verdad digno de elogios. De partida, tuvo la inteligencia de no ser el principal responsable del guion adaptando su pieza teatral y convocó a un colega tremendamente experimentado y prestigioso, el gran dramaturgo, guionista y realizador británico Christopher Hampton, quien ya se ha lucido adaptando a autores como Graham Greene y Joseph Conrad. Hampton ha sido nominado tres veces al Oscar precisamente por sus adaptaciones al cine: en 2008 por la notable transcripción de Expiación, de Ian McEwan y las dos veces que obtuvo la estatuilla, en 1989 por la memorable Relaciones peligrosas y ahora más de tres décadas después por su labor junto a Zeller en “El padre”.
Los desafíos de la adaptación a la pantalla
Si alguien piensa que basta con contar con una gran obra teatral y un elenco de categoría en su paso al cine para que el resultado sea extraordinario, se equivoca. Hay muchos ejemplos en los que esta ecuación no dio los frutos esperados: así como han existido clásicos como Un tranvía llamado deseo, Quién le teme a Virginia Woolf, Amadeus o las versiones de Shakespeare a cargo de Laurence Olivier y Orson Welles, también hay casos como Agosto (2013), que no consiguió entusiasmar, pese a un elenco estelar encabezado por Meryl Streep y Julia Roberts. Sin ir más lejos, en la última temporada de premios en Hollywood a pesar de sus elogios y trofeos, personalmente ni “La madre del blues”, ni “Una noche en Miami” me parecieron grandes adaptaciones a la pantalla. En ambos casos, especialmente en la primera, todo se sentía muy declamado, justamente demasiado teatral y el uso del espacio físico, a pesar de incluir momentos en los que se utilizaban los exteriores, aumentaba la sensación de estar asistiendo a una obra de teatro filmada, justamente lo que más a menudo ocurre en estas adaptaciones fílmicas de obras ilustres.
Eso es lo que afortunadamente no ocurre en “El padre”. La adaptación de Hampton-Zeller se siente real, física, inmediata e innegablemente cinematográfica y consigue conjugar ese lenguaje con lo teatral sin ser impostada o excesivamente subrayada. Y si gran parte de la trama transcurre entre cuatro paredes, en esta ocasión eso no es un defecto que la haga sentir más «escenificada», ya que por el contrario el encierro y la posible sensación de claustrofobia están al servicio de la compleja situación mental que atraviesa su protagonista. Conseguir ese equilibrio y que además su incertidumbre interna se traslade al espectador, logrando que a menudo estemos tan desorientados como el propio anciano y nos veamos obligados a intentar armar en nuestra mente el puzle en el que parece atrapado, convierte a este film en uno de los que mejor ha abordado esta difícil realidad que cada vez es más común en el mundo contemporáneo, como también vimos por ejemplo en Lejos de ella (2006) o Amour (2012). En esas cintas podíamos identificarnos con los seres queridos de quienes atravesaban ese trance, pero acá aunque la conmovedora interpretación de Olivia Colman nos permite compartir toda la tristeza de lo que siente al ver a su padre en esas circunstancias que al parecer son cada vez más irreversibles, por sobre todo conseguimos llegar a entender la incertidumbre y angustia que está viviendo su protagonista, y eso en algunos instantes es verdaderamente aterrador.
Precisión fílmica y una actuación impresionante
Para ser un debutante en la dirección, Zeller impresiona por el manejo del ritmo, la fluidez y precisión de los movimientos de cámara y lo bien utilizado que está el tiempo, considerando que el filme dura sólo una hora y media. Justamente la estructura casi laberíntica y los mecanismos narrativos de la obra y el guion escrito junto a Hampton, le permiten al autor y realizador jugar con el tiempo, confundirnos e inquietarnos tanto como el personaje principal y hace que no sintamos en ningún momento que estamos en terreno firme y cómodo, incluso en aquellas escenas donde todo parece más distendido. En este relato donde las fronteras se hacen difusas, no sólo es clave la dirección de Zeller (habrá que estar muy atentos a sus próximos pasos en cine), sino además los excelentes trabajos de Yorgos Lamprinos en el montaje y Peter Francis en el diseño de producción (bien apoyado por la fotografía de Ben Smithard), respectivamente, ambos con justicia nominados también al Oscar.
Hay en “El padre” un tono de melancolía, de tristeza, que se siente en el ambiente y que también acentúa la acertada banda sonora, que mezcla a Ludovico Einaudi -cuya música también oímos en Nomadland- con clásicos fragmentos de óperas como Norma y Los pescadores de perlas. Y ese tono se hace aún más expresivo gracias a sus actores: todo el elenco está muy bien, incluyendo los roles secundarios, pero como ya se dijo son los dos protagonistas, Hopkins y Colman, quienes de verdad brillan y alcanzan instantes de emoción genuina e ineludible. Él en particular de verdad es impresionante de principio a fin, transitando por diversas intensidades y emociones hasta culminar en un final que será difícil de olvidar.
Ya se han escrito tantos elogios sobre esta interpretación que cualquier palabra estaría de más y luego de tantas décadas de carrera no vamos a descubrir a estas alturas el inmenso talento de quien hemos visto en roles como Hannibal Lecter, Van Helsing, el mayordomo Stevens, C. S. Lewis, Nixon, Picasso, Tito Andrónico, Hitchcock, el dios Odin y el Papa Benedicto XVI; y sin embargo, nada nos puede preparar para el despliegue actoral que Hopkins alcanza encarnando a este personaje que se llama como él, Anthony. La mirada, la gestualidad, lo que calla y podemos intuir o adivinar en esos silencios, no se pueden describir fácilmente. Sin duda una de las mejores actuaciones de los últimos tiempos y no podía ser más merecido ese Oscar que obtuvo 29 años después de ganar el primero por El silencio de los inocentes y que ahora a sus 83 años lo convirtió en el actor más longevo en ganar una estatuilla interpretativa en la historia de ese premio.
Título Original: The Father
Director: Florian Zeller
País: Inglaterra-Francia
Año: 2020
Género: Drama
Duración: 97 minutos
Guión: Christopher Hampton, Florian Zeller
Con: Anthony Hopkins, Olivia Colman, Mark Gatiss, Rufus Sewell, Olivia Williams, Imogen Poots, Ayesha Dharker
Música: Ludovico Einaudi
Producción: Simon Friend, Christophe Spadone, Jean-Louis Livi, Philippe Carcassonne
Fecha De Estreno: 12 de agosto
Distribuidora: BF Distribution