A fines de junio de 2020, en los tan inciertos primeros meses de la pandemia, Netflix estrenó “Hecho en casa” (Homemade), coproducción entre Chile e Italia en la que 17 figuras de diversos países aportaron cada una un cortometraje realizado en medio del confinamiento. Como suele suceder en este tipo de proyectos, no todas las propuestas estaban a la misma altura, en un ecléctico listado que incluía tanto a cineastas reconocidos como Paolo Sorrentino y Naomi Kawase, o los chilenos Pablo Larraín y Sebastián Lelio, como también a famosas actrices incursionando en la realización, en el caso de Kristen Stewart y Maggie Gyllenhaal. Y en su primer trabajo como directora, esta última entregó uno de los cortos más atractivos y logrados de esta propuesta, un melancólico y enigmático relato protagonizado por su esposo y colega en la vida real, Peter Sarsgaard.
Más de un año después, esa buena impresión que Gyllenhaal dejó con su ópera prima como cineasta, se confirmó y amplió aún más a comienzos de septiembre pasado con el debut mundial en la competencia oficial del Festival de Venecia de su primer largometraje: “La hija oscura”, basado en el libro homónimo -aunque el título en inglés del film es The Lost Daughter, La hija perdida- publicado en 2006 bajo el seudónimo de la italiana Elena Ferrante. Adaptando el best seller original, Gyllenhaal recibió el premio al mejor guion en el certamen italiano, iniciando así un cada vez más exitoso recorrido internacional que actualmente incluye dos nominaciones a los Globos de Oro -Mejor Dirección y Mejor Actriz- y cuatro nominaciones a los Independent Spirit Awards -incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección-, además de ser una de las producciones más vistas del momento en Netflix, donde debutó el último día del 2021.
De la actuación a la dirección
Con una trayectoria actoral que ya se extiende por 30 años -considerando que en su adolescencia tuvo pequeños roles en cintas dirigidas por su padre, Stephen Gyllenhaal-, Maggie se ha ganado un nombre propio en la industria especialmente en las últimas dos décadas, incluyendo desde aplaudidos papeles en filmes independientes como “La secretaria” hasta producciones de alcance más masivo como “El caballero oscuro”, así como series televisivas como “The Honourable Woman” -por la cual recibió un Globo de Oro en 2015- y “The Deuce”. Su talento actoral, carisma y capacidad para abordar un amplio espectro interpretativo, la han posicionado muy bien en la industria, al igual que su hermano menor, Jake. Y ahora nos sorprende con una de las óperas primas más interesantes y valiosas del último tiempo.
En términos generales, la trama es bastante sencilla. La protagonista, Leda Caruso, es una profesora universitaria que llega de vacaciones a una encantadora localidad griega, pero a pesar de que desea disfrutar un tiempo sola, distintas circunstancias externas la inquietan, incluyendo una joven madre y su pequeña hija de tres años, cuyos ruidosos e invasivos parientes también complican las intenciones de descanso y relajo que buscaba la viajera.
A partir de este argumento, Gyllenhaal desarrolla un relato que intriga y genera interés en el espectador, en el que la realidad irá develando distintas capas y superficies, mientras se transita desde la observación social al drama psicológico con toques de suspenso. Para añadir más pliegues, la historia va y vuelve en el tiempo, alternando el pasado con el presente para que intentemos comprender mejor qué siente y piensa Leda, a quien vemos en su actual situación, pero también en su etapa más juvenil, en los inicios de su carrera profesional.
Un equipo de artistas de primer nivel
Bajo esa apariencia simple, la historia revela verdades más complejas y profundas de lo que se ve en la superficie, que por supuesto es mejor no adelantar acá, en torno a la maternidad y a lo que la sociedad espera convencionalmente de las mujeres. Las actitudes y forma de ser de Leda la perfilan como un personaje lleno de matices, a la que al parecer llegamos a conocer bien, pero de todos modos tiene zonas que no logramos desentrañar. En eso es clave la notable interpretación de la siempre excelente y cada vez más omnipresente Olivia Colman, en otra demostración de su enorme talento, encabezando un sólido elenco, que brilla tanto en los roles principales -una muy convincente Dakota Johnson, una espléndida Jessie Buckley encarnando a Leda en su juventud- como en aquellos más secundarios y episódicos, pero de todos modos con notoria presencia, como los que interpretan el veterano Ed Harris y el joven y ascendente Paul Mescal, revelación del año antepasado con la miniserie “Normal People”. Y al igual que en el corto de “Hecho en casa”, la actriz y ahora directora cuenta nuevamente con Peter Sarsgaard, ahora en un personaje más breve y menos protagónico, pero de todos modos efectivo y creíble.
Se podría pensar que por ser originalmente actriz es que Gyllenhaal alcanza tan óptimos resultados actorales de su reparto, pero es bueno recordar que no todos los actores o actrices que pasan a la dirección consiguen que esa frescura y credibilidad se reflejen en la pantalla y ella sí lo logra. También hay que reconocer que además de sus espléndidos colegas, para su debut supo rodearse de un equipo muy experimentado. Sí, porque con una sugestiva banda sonora que mezcla acertadamente canciones de distinto estilo -incluyendo por supuesto sones griegos- con la música incidental de Dickon Hinchliffe -cuya melodía principal, que aparece en distintos momentos prácticamente desde el inicio, es irresistible-, el filme consigue generar atmósferas y transmitir a nivel sensorial al espectador lo que está viviendo su protagonista, con el importante apoyo de dos artistas: la fotografía es de la francesa Hélene Louvart, quien ha trabajado especialmente con realizadores como Agnes Varda, Alice Rohrwacher y Eliza Hittman, mientras la edición corre por cuenta del brasileño Affonso Gonçalves, montajista de autores como Ira Sachs, Todd Haynes y Jim Jarmusch y quien aporta al ritmo tan particular y envolvente.
Desde cómo percibimos la personalidad de Leda hasta el convincente tratamiento del sexo y la sensualidad, muestra esta exploración en el universo femenino y los condicionamientos sociales que a menudo lo restringen y atrapan cautiva y sorprende con su historia, que probablemente motive reflexiones y cuestionamientos entre los espectadores. Aunque es entretenida y sabe mantener muy bien la sensación de inquietud, tensión, incomodidad e incertidumbre que a veces generan desde los elementos o factores más mínimos -fruta podrida, una cigarra inoportuna, una muñeca- hasta los más difíciles de manejar -la gente invasiva, poco empática a menudo amenazante-, es innegable que no se trata de una producción promedio de Netflix.
Quizás porque no va según el vaivén de las convenciones o sus decisiones argumentales o de puesta en escena no necesariamente coinciden con lo que las audiencias habitualmente esperan encontrar en la plataforma, no es de extrañar que aunque esté entre lo más visto en estos días, no todo el mundo quede convencido por igual. Pero eso no es un «problema» del filme mismo, sino de las diversas percepciones del público. Al menos, yo sospecho que estará en mi balance personal entre lo más logrado que veremos este 2022, y a juzgar por la sensibilidad, la sutileza y la atención a los detalles que demuestra acá, me motiva desde ya a esperar lo próximo de Gyllenhaal no sólo como actriz, sino ahora además como cineasta.
Título Original: The Lost Daughter
Director: Maggie Gyllenhaal
País: Estados Unidos-Inglaterra-Israel-Grecia
Año: 2021
Género: Drama
Duración: 121 minutos
Con: Olivia Colman, Jessie Buckley, Dakota Johnson, Ed Harris, Peter Sarsgaard, Paul Mescal,
Dagmara Dominczyk, Jack Farthing, Oliver Jackson-Cohen, Panos Koronis
Guión: Maggie Gyllenhaal
Música: Dickon Hinchliffe
Producción: Charles Dorfman, Maggie Gyllenhaal, Osnat Handelsman-Keren, Talia Kleinhendler
Fecha De Estreno: 31 de diciembre 2021
Web: Ver Acá
Plataforma: Netflix