De entre los realizadores que provocan, incomodan, interpelan y ponen a prueba a los espectadores en el cine actual, sin duda uno de los más llamativos es el sueco Ruben Östlund. Y también de los más premiados: en un par de meses cumple 49 años y, ya con seis largometrajes a lo largo de las últimas dos décadas, desde su debut en 2004 ha ido teniendo cada vez más repercusión internacional, en particular en el Festival de Cannes y con sus últimos tres filmes, todos estrenados mundialmente en ese certamen, primero recibiendo el Premio del Jurado en la sección Una Cierta Mirada en 2014 por “Fuerza mayor” y sobre todo al convertirse en uno de los pocos cineastas -junto a reconocidos autores como Ford Coppola, Kusturica, los hermanos Dardenne y Haneke- que han ganado dos veces la Palma de Oro en la competencia oficial, primero en 2017 con “The Square” y el año pasado con “El triángulo de la tristeza”, que acaba de llegar a la cartelera por estos lados.
Luego de su triunfo en Cannes, esta nueva propuesta de Östlund no ha dejado de dar que hablar, y también acumular reconocimientos, como cuatro trofeos en los Premios del Cine Europeo incluyendo Mejor Película y Mejor director, las mismas categorías en las que está actualmente nominada al Oscar, además de Mejor Guion Original. Sus nominaciones a los premios de la Academia hollywoodense son significativas para el realizador no sólo porque se trata de su primera película de carácter más internacional y hablada casi toda en inglés -en “The Square” había segmentos en ese idioma y la participación de una actriz tan conocida como Elisabeth Moss, pero se trataba de una coproducción más propiamente europea y mayoritariamente sueca-, sino además porque es sabido y reconocido el indisimulado interés de Östlund por estas estatuillas, como quedó en claro en su divertido video que se difundió en 2015 cuando no fue anunciado entre los nominados en Mejor Película Extranjera por “Fuerza mayor”, lo que al fin consiguió en 2018 con “The Square”, aunque en esa oportunidad el premio fue para la chilena “Una mujer fantástica”. Ahora ya pasó a las ligas mayores, postulando a tres de las categorías principales y, aunque es poco probable que venza en alguna de las tres, ya es una confirmación del estatus que ha alcanzado en el panorama del cine mundial.
Un director de experimentos sociológicos
Pero más allá de los hitos y premios, sin duda no se trata de un cineasta que genere consensos, más bien todo lo contrario y, al parecer, eso es algo que a él le encanta. De hecho, sus dos Palmas de Oro han provocado divergencias entre críticos y cinéfilos, en especial la del año pasado, que fue muy cuestionada por muchos, sobre todo considerando los otros nombres que también participaban en la competencia, algunos de los cuales se quedaron sin ningún premio. En la senda de autores clásicos como Buñuel, o contemporáneos como Lanthimos y Haneke, Östlund realiza verdaderos experimentos sociológicos en los que disecta distintos sectores de la sociedad, con un tono de sátira lleno de humor negro, a menudo negrísimo, donde abundan tanto las situaciones absurdas como los momentos decisivos y extremos en los que sus personajes son puestos a prueba. La mayoría de las veces da la impresión de no tenerle ningún cariño a sus protagonistas, o se divierte burlándose de ellos y dejándolos expuestos o en ridículo. Sus dardos, al menos en las tres películas suyas que se han estrenado a nivel local, suelen estar dirigidos a las esferas del poder o a ciertas instituciones en sus más diversas variantes: la familia y las relaciones de pareja en “Fuerza mayor”; el mundo snob y pretencioso de la alta cultura y el arte en “The Square”; y ahora los individuos en situación de privilegio en “El triángulo de la tristeza”, se trate de una pareja de guapísimos modelos que dependen demasiado de las redes sociales o de los millonarios y gente de clase alta con los que comparten un viaje por alta mar en un crucero de lujo.
Sin duda las películas de este director siempre logran entretener y sorprender. En todas hay al menos dos o tres escenas o secuencias memorables que se hacen icónicas por diversas razones -la avalancha en “Fuerza mayor”; el tenso momento que se genera con la irrupción del hombre mono en la cena en “The Square”, por mencionar sólo dos recordados ejemplos-, pero de todos modos es entendible que divida tanto las opiniones. Mientras para algunos es un cineasta notable y creativo, para otros es tan pretencioso y está tan pendiente de provocar o incomodar que, al igual que algunos de sus personajes se cree más inteligente, ingenioso, profundo y agudo de lo que realmente es; porque es importante señalar que en su vocación por el humor negro lo suyo no es precisamente sátira elegante, ni se caracteriza especialmente por la sutileza ni los matices, como vuelve a quedar claro en “El triángulo de la tristeza” con otro de sus instantes que se harán inolvidables, en esta ocasión por rozar lo esperpéntico y escatológico. Lo que para unos cuantos será ingenioso y genial, para otros será innecesario e incluso desagradable.
Observaciones sobre el mundo contemporáneo
Dividido en tres partes, este nuevo largometraje en muchos aspectos no es tan logrado ni tiene su rumbo tan claro y marcado como “The Square”, pero de todos modos cautivará a quienes admiran el cine de Östlund, quien no sólo sabe retratar muy bien las rutinas y las formas en las que están compuestas las estructuras sociales en las que se desenvuelven sus personajes, sino además entrega diversas observaciones sobre el mundo contemporáneo, que en esta ocasión van desde las diferencias entre estratos sociales -el «Todos somos iguales» que se utiliza como frase publicitaria para el desfile de moda en la primera parte, tiene diferentes connotaciones en el contexto del resto del film- hasta las convenciones en los roles de género, la dependencia de las redes sociales de los influencers de la actualidad y hasta lo que acerca y aleja al capitalismo del comunismo, entre otros temas.
Con un efectivo elenco que incluye a personajes tan logrados como la atractiva y convincente pareja de modelos que encarnan el ascendente Harris Dickinson y la sudafricana Charlbi Dean -quien lamentablemente murió pocos meses después del estreno mundial de la película-, el oligarca ruso que interpreta Zlatko Buric, el siempre eficaz Woody Harrelson en sus breves pero divertidas intervenciones como el capitán del crucero y, especialmente, la verdadera revelación que es la filipina Dolly De Leon en el rol de Abigail, “El triángulo de la tristeza” avanza de manera fluida y dinámica durante sus dos primeras partes, aunque por el camino va perdiendo algo de su fuerza y sentido, si bien nunca deja de mantener el interés a lo largo de sus dos horas y media. Östlund vuelve a dividir las opiniones a favor y en contra y, una vez más, no dejará a nadie indiferente.
- Título original: Triangle of Sadness
- Director: Ruben Östlund
- País: Suecia, Francia, Inglaterra, Alemania, México, Turquía, Grecia, Estados Unidos, Dinamarca, Suiza
- Año: 2022
- Género: Comedia, drama
- Duración: 147 minutos
- Guión: Ruben Östlund
- Con: Harris Dickinson, Charlbi Dean, Dolly De Leon, Zlatko Buric, Iris Berben, Vicki Berlin, Henrik Dorsin, Woody Harrelson, Sunnyi Melles, Jean-Christophe Folly, Amanda Walker, Oliver Ford Davies, Arvin Kananian, Alicia Eriksson
- Producción: Philippe Bober, Erik Hemmendorff
- Fecha de estreno: 23 de febrero, 2023
- Distribuidora: Diamond Films