La reciente entrega de los Globos de Oro pasó sin pena ni gloria, sin televisión, sin alfombra roja, con los ganadores publicados por Twitter, con boicot de parte de los actores más famosos y lo peor con denuncias al por mayor de corrupción. Esta situación es impresentable si consideramos que este galardón es uno de los más importantes del mundo cinematográfico y la antesala del Oscar, el máximo referente del séptimo arte.
La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, donde hay una periodista chilena bastante destacada: Jenny Nun, es la organización detrás de los Globos de Oro y entregó los galardones de cine y televisión en medio de acusaciones de racismo, corrupción, cohecho y con un potente boicot de por medio encabezado por Tom Cruise, quien devolvió sus estatuillas y Scarlett Johansson, entre otros.
El tema del racismo y la desigualdad de géneros siempre han estado presentes en el ambiente cinematográfico, pero hay que reconocer que se agudizó desde el escándalo de Harvey Weinstein y el movimiento del MeToo. Sus consecuencias se empezaron a notar de inmediato. El 2016 cuando se anunciaron los candidatos al Oscar, se instaló la polémica de porqué no había actores, ni actrices de color en la lista de nominados, algo que ocurría por segundo año consecutivo. Ese año, además, había solo dos seleccionados que no eran de raza blanca en las categorías de interpretación, dirección y guión (un latino y un asiático).
En todas partes hay problemas
El máximo premio de la Academia tampoco quedó ajeno al hecho que solo una mujer había recibido el premio a la Mejor Directora, lo que trataron de enmendar el año pasado premiando a una asiática es esta categoría. Pero, no es suficiente, menos en estos tiempos en que estos temas están en la palestra y estas organizaciones del séptimo arte están quedando cada vez más obsoletas.
La falta de transparencia en la selección de los candidatos a diferentes estatuillas en el mundo del cine y la televisión, tampoco mejora mucho. Es un secreto a voces que los grandes estudios y ahora las plataformas de streaming gastan millones de dólares en promover sus producciones. Por eso, no es extraño ver siempre a los mismos y para dejar tranquilos a los que protestan por esto, una que otra vez, incluyen una película o serie independiente. Pero ojo, siempre que sean patrocinadas por algún gran estudio o un actor o actriz conocida.
En el caso de los Globos de oro la situación se hizo insostenible porque las denuncias de corrupción y cohecho ya trascendían. La guinda de la torta, “Emily en París” una serie livianita, con una actriz en ascenso, pero que no se merecía las nominaciones de Mejor Actriz y Mejor Serie Comedia. Después se supo que los votantes recibían fabulosos viajes y regalos de lujo a cargo de los estudios, cadenas televisivas y plataformas de streaming. En el caso de la producción de Netflix, los responsables de votar viajaron a París con todos los gastos pagados.
Tratando de mejorar el enredo
Luego, el diario Los Angeles Times reveló que de los 87 miembros de la Asociación de Corresponsales Extranjeros, muchos son jubilados, pero ninguno es afro americano. Después que la organización acusó el golpe e hizo un mea culpa, anunció que integraría nuevas personas para aumentar la diversidad y estableció nuevas normas de conducta respecto a viajes o regalos. Esperemos que se cumpla, pero está claro que si no ocurre seguirán entregando premios en la más absoluta invisibilidad.
Lo más triste de todo es que en la versión del 2022 de los Globos de Oro se premiaron buenas producciones, ya que los grandes ganadores fueron “El poder del perro” (Netflix) y “West Side Story”, con tres galardones para cada una, entre ellos el de mejores películas del año en drama y musical, respectivamente. La Mejor dirección fue merecidamente para la neozelandesa Jane Campion, que no obtenía distinciones desde la Palma de Oro de Cannes por “El piano” (1993). Y para no pecar de racistas, premiaron a Will Smith, por su papel en “King Richard” que no estoy clara sea su mejor interpretación.
La pandemia ha sido, también, otro problema para estas premiaciones ya que la mayoría de las entregas se realizarán en forma remota, sin público o a lo más con un aforo reducido. Los Oscar se volverán a entregar a fines de marzo, esperando un cambio en la situación epidemiológica. Sin embargo, urge un cambio, ya no se puede elegir al ‘dedómetro’ cual es la mejor película o serie, se necesita establecer reglas claras. También, se requiere más equidad de género y raza. En resumen, hacer cambios y rápido.