Placer Culpable

Feb 25, 2022

Petite Maman

Desde su primer largometraje en 2007: “Naissance des pieuvres”, estrenado mundialmente en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes, la francesa Céline Sciamma ha ido desarrollando una interesante y atractiva filmografía que ha llevado a que sea considerada una de las realizadoras y guionistas más valiosas de la actualidad a nivel internacional, solicitada por los más importantes certámenes y además reconocida con relevantes premios: ya con su debut tuvo tres nominaciones al César incluyendo Mejor Ópera Prima, y con “Bande de filles”, también con premiere mundial en Cannes pero en la Quincena de Realizadores de 2014 -se exhibió en Chile en la competencia del festival SANFIC de 2015-, recibió cuatro nominaciones a esos mismos trofeos que reconocen lo mejor del cine galo, entre ellas Mejor Dirección.

Pero fue sin duda hace tres años con su cuarto largometraje, la elogiada “Retrato de una mujer en llamas”, que la directora se terminó de consagrar internacionalmente: nuevamente con debut mundial en Cannes, pero ahora ya como parte de la competencia oficial, donde ganó el premio al Mejor Guion. Y no sólo volvió a destacar en los César, ahora con 10 nominaciones incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección, sino además figuró en casi todas las listas cinéfilas de lo mejor del 2019 y fue nominada a renombrados premios internacionales como los BAFTA, Independent Spirit Awards y los Globos de Oro. 

A pesar de todos esos antecedentes, ningún título de Sciamma se había estrenado comercialmente por estos lados, hasta ahora, que llegó a la cartelera su quinto y más reciente filme: “Petite maman”, con el que el año pasado regresó al Festival de Berlín, aunque ahora también debutando en la competencia oficial, una década después de estar por primera vez en el certamen germano, aunque en esa ocasión en la sección Panorama, con “Tomboy”, por la que ganó el premio Teddy.

Lo femenino, ahora desde la niñez y la pérdida

Filmado durante la pandemia y nuevamente con nominaciones como Mejor Película Internacional en los BAFTA e Independent Spirit Awards, este es un trabajo en tono menor, íntimo y de aparente sencillez, como han sido habitualmente los filmes de Sciamma, incluso “Retrato de una mujer en llamas”, que por su bella ambientación a fines del siglo XVIII en teoría pudo ser sólo una típica, convencional y académica producción de época, pero por su temática y la forma en que la abordaba la directora, era muy coherente con el sello que ha ido desplegando a lo largo de sus 15 años de carrera.

A Sciamma le interesa retratar las diferentes aristas del universo femenino, en especial los procesos de cambios y de exploración personal, las transiciones y transformaciones que empujan el crecimiento y el tránsito hacia la vida adulta. Su mirada es contemporánea como reflejo de la sociedad actual y se concentra en la adolescencia y la juventud, salvo justamente en “Retrato de una mujer en llamas”, que transcurría hace más de dos siglos y donde sus dos protagonistas eran un poco más adultas, aunque sus temas eran parte de lo que la realizadora ha explorado previamente.

En “Petite maman” vuelve a la actualidad, y baja aún más el rango etáreo, porque al igual que en “Tomboy”, se concentra en la infancia y esta vez sus protagonistas tienen apenas 8 años. Con un comienzo muy sutil y en el que los espectadores debemos ir infiriendo de a poco lo que sucede -algo que nos pasará durante prácticamente todo el metraje-, nos enteraremos de que la pequeña Nelly debe acompañar a sus padres a desocupar la casa donde vivía su abuela materna, quien falleció recientemente; es el mismo hogar donde creció la madre de la niña, quien se ve melancólica, triste y pensativa. En medio del deambular de Nelly por el bosque de los alrededores de la casa, el mismo donde su mamá jugaba en su infancia, la aparición de otra niña de su edad, Marion, generará una relación muy especial entre ambas.

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La sensibilidad y el misterio

Es mejor no adelantar más detalles, porque justamente uno de los aciertos de la película es lo que logra provocar al público, esa extrañeza e incluso confusión que nos va envolviendo, porque lo que podría ser sólo una película centrada en la tierna amistad de dos niñas va más allá y se despliega como un relato bello, delicado y misterioso, con momentos lúdicos y de apariencia irreal, incluso fantasmagórica, algo de lo cual también se hacía presente en “Retrato de una mujer en llamas”, así como la relación entre lo femenino y la naturaleza, o las dualidades y esos momentos que marcan, en este caso la infancia y sus descubrimientos, pero también la experiencia de un duelo familiar. Y además la maternidad, de una manera muy particular.  

En apenas 72 minutos -este es el más breve de sus cinco largometrajes, una duración atípica considerando lo que están durando en promedio las películas últimamente-, Sciamma nos cautiva con la modestia de los recursos que pone en escena, despierta nuestra curiosidad y nos intriga con los secretos y las cosas que no se dicen pero podemos intentar adivinar, y nos transmite esa melancolía pero también la ternura y calidez de los momentos que comparten las niñas, encarnadas con frescura, encanto y naturalidad por Joséphine Sanz y Gabrielle Sanz. La directora cuenta nuevamente con algunos de sus colaboradores habituales, destacando especialmente la dirección de fotografía de Claire Mathon, con la manera en que refleja las penumbras o la oscuridad en algunos interiores en contraste con la luz del bosque y los exteriores; Mathon ya trabajó previamente en Retrato de una mujer en llamas (por la cual ganó el premio César), y se está convirtiendo en una de las directoras de fotografía más interesantes surgidas del cine francés, como han confirmado además otros trabajos en los que ella estuvo detrás de la cámara, como lo que hizo con Alain Guiraudie en El desconocido del lago, Mati Diop en Atlantique y más recientemente con Pablo Larraín en la muy particular fotografía de Spencer.

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El tan particular ritmo del filme, no precisamente contemplativo, pero sí reposado y sereno, es mérito de Julien Lacheray, quien ha sido montajista de toda la filmografía de Sciamma; y en la banda sonora también figura el responsable de los soundtracks de las otras cuatro películas de la cineasta, el productor y músico electrónico francés Jean-Baptiste de Laubier, más conocido como Para One, aunque acá la música incidental está ausente casi todo el tiempo y sólo aparece de manera más notoria en un momento cerca del final, y también en los créditos finales, con «La musique de futur», una canción que cuenta con palabras de la propia Sciamma y de manera muy significativa habla de los sueños de los niños. Tal vez el resultado final de Petite maman no convenza por igual a todo el mundo y a más de alguien le parecerá que quedarán flotando demasiadas preguntas en el aire, pero hay que valorar que esta es al fin la posibilidad para que un público más amplio conozca la propuesta sensorial y sensible que caracteriza el cine de esta directora, al fin en pantalla grande. 

Título Original: Petite maman
Director: Céline Sciamma
País: Francia
Año: 2021
Género: Drama, fantasía
Duración: 72 minutos
Guión: Céline Sciamma
Con: Joséphine Sanz, Gabrielle Sanz, Nina Meurisse, Stéphane Varupenne, Margot Abascal
Música: Jean-Baptiste de Laubier
Producción: Bénédicte Couvreur
Fecha De Estreno: 24 de febrero
Distribuidora: Diamond Films Chile

Joel Poblete Morales

Periodista y crítico de cine, ex presidente del Círculo de Críticos de Arte de Chile. Como miembro de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, FIPRESCI, integró jurados de la crítica en festivales de Alemania, España, Suiza y México. Entre 2007 y este año fue uno de los programadores del festival de cine SANFIC. Periodo 2020 - 2023.

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